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Ser paciente, ¿cuestión o no de suerte?

    Post de la colaboradora: Ana Blasco.

    Hoy día, la mayoría de nosotrxs ha podido estar o estará ingresadx en el hospital. Los motivos pueden ser muchos y diversos: una operación ya planificada (por ejemplo, una cirugía estética, una operación de rodilla, etc.), una enfermedad física (procesos oncológicos, covid-19, cardiopatías…), problemas psicológicos (esquizofrenia, trastornos de la conducta alimentaria…), un accidente (laboral, coche…), un proceso de desintoxicación (adicción a sustancias, juego…), un trasplante, etc.

    A pesar de que una hospitalización pueda ser planificada, esta puede suponer un acontecimiento estresante para la persona y su familia. Este estrés varía según muchos factores: duración del ingreso, gravedad del motivo, si se cuenta con apoyo externo o no para el cuidado propio o de los hijxs, si durante el mismo se sufre dolor, cuando en lugar de como persona eres tratadx como un número (despersonalización), falta de intimidad, etc. Como veis, hay muchos motivos de ingreso y situaciones que nos pueden producir estrés, pero, ¿qué consecuencias nos puede producir todo esto?

    • Alteraciones en el ritmo del sueño.
    • Sentimientos de soledad e indefensión.
    • Aburrimiento y perdida de las actividades sociales y apoyo social.
    • Problemas emocionales (síntomas de ansiedad y bajo estado de ánimo).
    • Adaptación a un nuevo rol y problemas a la hora de organizar los roles familiares.
    • Estrés postraumático.
    • Desorientación espacio-tiempo.

    Estas son solo algunas de las consecuencias que podemos tener cuando estamos hospitalizadxs. Ahora que las sabemos, ¿qué podemos hacer para no llegar a sufrirlas? O en el caso de padecerlas, ¿cómo les hacemos frente?

    Lo primero que podríamos hacer es algo tan simple como llevar un reloj, nos valdría el del móvil, pero mejor de pulsera. ¿Por qué? El hospital es un lugar donde siempre hay una fuerte iluminación y no se percibe el paso del tiempo igual que cuando hay luz solar (a pesar de tener ventana en la habitación), así que tener un reloj a mano, nos ayudará a tener una buena orientación espacio-temporal. Otra estrategia que podríamos utilizar para esto es ver el telediario en la tv, ya que siempre son a la misma hora y nos ayuda a ponernos al día de lo que ocurre en nuestra sociedad.

    ¿Cómo adaptarnos al nuevo rol de ser paciente? Esto dependerá mucho de nuestro estado de salud. Si nos ingresan y tenemos que estar hospitalizadxs, por desgracia, no nos queda más remedio que adaptarnos a la situación que hay, pero podemos intentar que sea lo más liviana posible. Mantener nuestra actividad laboral en la medida de lo posible (si es viable), realizar algún tipo de actividad física (paseos), ser colaboradorxs con el equipo médico, participar en la toma de decisiones médicas, seguir ejerciendo de padre/madre, ser participe en las rutinas de casa a distancia (si hay que reparar algo dar la opinión, si tenemos un campo decidir cuando hay que regar, etc.).

    Contra el aburrimiento podemos disponer de pasatiempos, juegos de mesa, actividades que ejerciten la mente, subscribirnos a plataformas digitales donde hay gran variedad de contenidos visuales, etc. De esta forma además estaremos ocupadxs durante el día y no dormiremos fuera del horario habitual. Asimismo, tener una mente ocupada nos va a ayudar a mejorar nuestro estado de ánimo.

    Algo muy importante que podemos hacer y ya no solo cuando estemos hospitalizadxs, es la ventilación emocional, es decir, cuando nos encontremos mal, nos sintamos tristes, desamparadxs, indefensxs, que tengamos miedo, estemos sufriendo ansiedad, estrés, etc. Es fundamental que eso lo compartamos con alguien, a ser posible con un ser querido. El mostrar tus emociones, inquietudes, sentimientos…nos ayudará a sentirnos comprendidxs, a “soltar” lo que llevamos dentro y nos puede ayudar a organizar todo eso en nuestra mente. Porque en ocasiones nos derrumbamos y no pasa nada, no somos héroes, y podemos caer. No somos débiles al decir cómo nos sentimos, no tenemos que pensar que “el/la otro/a ya tiene bastante con lo suyo”, no. Las personas somos seres sociables y necesitamos ese apoyo. Y al igual que esto ocurre cuando somos pacientes, también ocurre cuando somos acompañantes y estamos cuidando a nuestro familiar o ser querido.

    Por último, en el caso de los ingresos por desintoxicación de sustancias, parte del pilar del tratamiento en estos casos es el aislamiento con el exterior, recibiendo muy pocas visitas en el mejor de los casos. La mayoría de estos pacientes, además de las consecuencias físicas del síndrome de abstinencia, que la mayoría conocemos como “mono”, están aislados social y tecnológicamente. Este aislamiento, los lleva a tener sentimientos de soledad y muchas ganas/necesidad de ver y saber de su familia y seres queridos. En estos casos, se podría poner en marcha un sistema de visitas más frecuente o utilizar la tecnología de forma controlada para hacer videollamadas, de manera que no altere la eficacia del tratamiento que están siguiendo.

    Cuando nos ingresan lo primero que sentimos es miedo, pero no olvidéis, que tener miedo es de valientes.