Saltar al contenido

Ansiedad y depresión.

    Ansiedad y Depresión

    Parte 2: Ansiedad

    Muchxs estamos familiarizados con la reflexión de que la ansiedad, como tal, no es mala. De hecho, es útil y necesaria. Por ejemplo, tienes un examen y sentir cierta ansiedad te va a tener lo suficientemente en alerta para que te pongas a estudiar y no te lo tomes como que la cosa no va contigo. Es más, hay gente que es cuando siente esa “presión” cuando se pone las pilas y, entonces, reacciona estudiando a tope. Y le sale bien (ojo con esto que nos acostumbramos).

    El problema, como todo, viene cuando esa ansiedad está presente en nosotrxs continuamente, la mayor parte del día, durante periodos prolongados y ocasiona un deterioro y malestar significativo en diferentes áreas de la vida como es la laboral, familiar, social y otras.

    Es verdad que la situación particular en la que nos encontramos donde el mensaje contínuo y a todas horas es “¡CUIDADO!”, no está ayudando para que no sintamos ansiedad. Por tanto, se hace más necesario que nunca aprender a detectarla y poder dar una respuesta consciente de calma a nuestro cerebro que veremos más adelante.

    Para detectarla y ofrecer soluciones, antes tenemos que entender qué es lo que nos pasa.

    Así pues…¿qué es la ansiedad?

    La ansiedad es un estado de alerta anticipatorio encargado de protegernos de los peligros futuros. Si tuviera voz diría algo así como “¡ey! ¡cuidado que te pueden atacar! ¡Defiéndete! ¡Huye! ¡Vete! ¡No lo hagas! ¡No te pongas en peligro! Pero, ¡¿qué haces?!”

    La emoción amiga que precede a los estados de ansiedad es el miedo y ese miedo sin identificar, validar y dar salida, activa a nuestra querida amígdala que previamente ha sido avisada por el hipocampo de que se ponga en marcha para apretar el botón del pánico cuando él se lo diga favoreciendo la presencia de sintomatología ansiosa que puede derivar en trastorno.

    ¿Cómo saber si estamos sufriendo sintomatología relacionada con la ansiedad o si podemos considerarlo un trastorno? Vayamos al DSM-V (recuerda, la biblia de los trastornos psicológicos).

    Según él, dentro de los trastornos de ansiedad existen varios tipos, algunas veces comórbidos entre sí, lo que quiere decir que una persona que sufre un trastorno de ansiedad generalizada, ahora explicaré lo que es, puede sufrir al mismo tiempo agorafobia e incluso, un trastorno de pánico.

    Normalmente, el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es, generalmente, al que nos referimos cuando decimos de manera coloquial “está con ansiedad”. Para que podamos etiquetar lo que nos pasa como un TAG, debe cumplirse varios criterios:

    1. Que exista una ansiedad y preocupación excesiva “en relación a diversos sucesos o actividades” más días de los que no durante un mínimo de 6 meses.
    1. Que sea difícil de gestionar.
    1. Que estén presentes al menos 3 síntomas de los 6 siguientes:
      1. Inquietud o sensación de estar atrapadx o con los nervios de punta.
      2. Facilidad para fatigarse
      3. Dificultad para concentrarse o quedarse la mente en blanco.
      4. Irritabilidad.
      5. Tensión muscular
      6. Problemas  de sueño.
    2. Esta situación causa malestar significativo o deterioro social, laboral, familiar etc.
    1. Todo ello no es causado por ninguna sustancia o afección médica.
    1. Que todo ello no sea consecuencia de otra patología, que sería la principal en este caso. Por ejemplo, por el trastorno de pánico.

    Cuando tenemos ansiedad, podemos ser más susceptibles a sufrir ataques de pánico. Los ataques de pánico son los conocidos “ataques de ansiedad” -coloquialmente- que ocurren repentinamente, aunque estemos en calma, alcanzando su mayor pico en solo unos minutos. Durante esos minutos, para decir que ha sido un ataque de pánico lo que nos ha ocurrido y no un momento de “agobio” más o menos controlable, -según el DSM-V-, debemos sentir al menos 4 síntomas o más de los siguientes:

    a. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.
    b. Sudoración.
    c. Temblor o sacudidas.
    d. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
    e. Sensación de ahogo.
    f. Dolor o molestias en el tórax.
    g. Náuseas o malestar abdominal.
    h. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
    i. Escalofríos o sensación de calor.
    j. Entumecimiento u hormigueo.
    k. Sensación de irrealidad o separarse de unx mismx.
    l. Miedo a volverse loco.
    m. Miedo a morir.

    Ahora que ya sabemos un poquito más acerca de la ansiedad y los ataques de pánico, si te parece, en el próximo post te cuento el porqué de su comorbilidad, en ocasiones, con los trastornos depresivos y qué podemos hacer con todo esto para que no nos pase o, si estamos en ello, cómo podemos hacer para salir de ese estado que sí…puede convertirse en muy incómodo y desadragable. Lo sé.

    Gracias por leerme 🙂

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *